CONSEJOS PARA PODER APROBAR SELECTIVIDAD (FILOSOFÍA)
Basta con mirar las estadísticas para tranquilizarse. Más del 90% de los alumnos pasa con éxito las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU). Pero, ¿a quién no pone nervioso la Selectividad? Aprobar los exámenes no tiene por qué ser misión imposible… siempre y cuando se sigan algunas recomendaciones.
De entrada, hay que tener claro que segundo de Bachillerato
es el curso en el que más hay que cumplir al pie de la letra aquello de
estudiar durante todo el año y no dejarlo todo para última hora.
Mantener una rutina de trabajo evitará más de un agobio
en la semana de los exámenes. Y, por qué no, constatar avances en el
temario puede convertirse en el mejor aliciente.Hacer un calendario y planificar las horas de estudio por materias es una buena idea, sin olvidar que hay que ser realistas e incluir evidentemente días de descanso. El objetivo al final es tener controladas las asignaturas que requieren más dedicación, para tener tiempo de reaccionar y de emplearse con ellas más a fondo.
Llega el último mes. Ante todo, tranquilidad, porque es el momento de repasar todo lo estudiado y aprendido a lo largo del curso. Es por ello el mejor momento para memorizar los resúmenes, hacer esquemas y, sobre todo, practicar con exámenes de Selectividad de otros años. De esta forma, el día del examen, ya estaremos familiarizados con su formato.
El día de antes del examen debería dedicarse a descansar. Poco debería quedar por estudiar, así que lo mejor es relajarse y coger fuerzas para evitar que, repasando alguna lección, uno se percate de que todavía no tiene asimilado algún concepto o teoría. Para esto sirve el trabajo diario de todo el curso.
Y, por fin, los exámenes. Nada de llegar tarde o de olvidarse el DNI. Una vez sentados frente al ejercicio, conviene escuchar las instrucciones del tribunal y leer atentamente las preguntas, para tener claro qué se nos está pidiendo exactamente. Lo mejor es distribuir el tiempo y comenzar por las preguntas más fáciles, sin pasar nunca por alto una cuidada presentación (lo que incluye una correcta ortografía).
Más de uno tendrá que enfrentarse seguramente a la temida mente en blanco. El bloqueo mental es uno de los mayores enemigos del estudiante a la hora de realizar un examen. Así que sortearlo pasa necesariamente por el dominio de los propios nervios. Ahuyentar esa sensación de saber la respuesta pero ser incapaz de escribir una línea puede lograrse respirando profundamente. Porque, al fin y al cabo, comenzar a responder la pregunta cinco minutos más tarde no cambia las cosas. Eso sí, nunca hay que dar por perdido el examen levantándose y saliendo del aula.
En cualquier caso, para nunca quedarse en blanco es aconsejable asimilar lo que se estudia antes de memorizarlo, o incluso aplicar técnicas mnemotécnicas. Todo vale si lo que hay al final del túnel es la llave de entrada a la universidad.
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